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¿Dónde se originó la Navidad?

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¿Dónde se originó, entonces, la Navidad?

Existe bastante unanimidad sobre este aspecto. La revista U.S. Catholic dice: “Es imposible separar la Navidad de sus orígenes paganos”. Y añade: “La fiesta preferida por los romanos era las saturnales, que empezaban el 17 de diciembre y terminaban con el ‘natalicio del Sol invicto’ (Natalis solis invicti) el 25 de diciembre. Entre los años 325 y 350, líderes astutos de la Iglesia de Roma decidieron que el 25 de diciembre sería un día excelente para celebrar el cumpleaños del ‘Sol de la justicia’. Así se originó la Navidad”.

La celebración pagana de las saturnales se llevaba a cabo para el solsticio de invierno. La palabra solsticio proviene de dos palabras latinas: sol (el nombre del dios sol) y sistere (la raíz de stare: estar parado). El solsticio de invierno es el tiempo en que las horas diurnas dejan de acortarse y empiezan a ser más largas. Según el antiguo calendario juliano, el día del solsticio de invierno era el 25 de diciembre.

Por consiguiente, The World Book Encyclopedia declara: “En esta celebración [la Navidad] probablemente influyeron las fiestas paganas (no cristianas) que se celebraban en aquel tiempo. Los antiguos romanos celebraban fiestas de fin de año en honor de Saturno, su dios de la cosecha, y de Mitra [el dios sol]”. La New Catholic Encyclopedia comenta: “El 25 de diciembre del año 274, Aurelio [el emperador romano] proclamó al dios-solar [Mitra] patrón principal del imperio [...]. La Navidad se originó en un tiempo en que el culto al Sol era especialmente dominante en Roma”. El libro Celebrations declara: “Con el tiempo, el clero introdujo el [...] mundo de las saturnales en la propia Iglesia”. Y la Encyclopædia Britannica dice que el día 25 de diciembre era considerado como “la fecha del nacimiento del [...] dios [sol] Mitra”.

La mayoría de las costumbres relacionadas con la Navidad —el tronco que se quema en Nochebuena, el muérdago, el árbol de Navidad, Santa Claus, la prodigalidad en dar regalos, las diversiones estrepitosas— también tienen sus raíces en el paganismo. No tienen nada que ver con Cristo. Como dice James Hastings en Encyclopædia of Religion and Ethics: “La mayoría de las costumbres navideñas que prevalecen hoy [...] no son costumbres verdaderamente cristianas, sino costumbres paganas que la Iglesia ha incorporado o tolerado. [...] Las saturnales de Roma suministraron el modelo para la mayoría de las costumbres alegres de la época navideña. Esta antigua fiesta romana se celebraba del 17 al 24 de diciembre”.

Por eso, cuando a veces oiga a la gente decir: “Regresemos al verdadero significado de la Navidad”, o: “Volvamos a poner a Cristo en la Navidad”, recuerde que el significado original de la Navidad proviene, en esencia, de una celebración pagana, y recuerde también que Cristo no tuvo nada que ver con la Navidad. Y cuando algunas personas denuncien el hecho de que la Navidad ha sido comercializada, recuerde que los festejos y los regalos relacionados con la celebración de las saturnales eran un negocio para los comerciantes. Así que por miles de años se ha comercializado con el solsticio de invierno.

En 1643, el Parlamento de Inglaterra hasta proscribió la Navidad debido a sus orígenes paganos, pero después volvió a aceptarse. En 1659 también se proscribió en Massachusetts (E.U.A.), pero allí también se volvió a aceptar posteriormente. Y la revista U.S. Catholic dice: “Como los cristianos de E.U.A. [...] relacionaban la Navidad con costumbres paganas, no empezaron a celebrarla como una gran fiesta hasta mediados del siglo XIX”.

Ofende a Dios y a Cristo

Por consiguiente, los que celebran la Navidad no honran a Dios ni a Cristo, sino que cumplen con celebraciones paganas y honran a dioses paganos. Y al promover mitos como el de Santa Claus, están promoviendo falsedades. Esto no repercute en honra para Jesús, quien enseñó que hay que adorar a Dios con verdad. (Juan 4:23, 24.) Jesús dijo: “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. (Juan 8:31, 32.)

La Palabra de Dios también dice: “¿Qué consorcio tiene la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial [Satanás]? ¿O qué porción tiene una persona fiel con un incrédulo?”. La respuesta a estas preguntas es que los cristianos fieles no tienen nada que ver con tales cosas; de otro modo, pierden el favor de Dios. Por consiguiente, la Palabra de Dios aconseja: “‘Sálganse de entre ellos, y sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda’; ‘y yo los recibiré’. [...] ‘Y ustedes me serán hijos e hijas’”. (2 Corintios 6:14-18.)

El sentir un verdadero amor por Dios ha ayudado a muchas personas a librarse de actividades profanas como la celebración de la Navidad, aunque esta tenga un atractivo emocional. Al rechazar una práctica que ofende a Dios y a Cristo, y que, en realidad, honra a los dioses falsos, no se sienten como si se les estuviera privando de algo bueno. Reconocen la Navidad por lo que es: una fiesta pagana disfrazada de cristiana... y por eso, la evitan.



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