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¿Quiere su hijo un animal de compañía?

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¿Quiere su hijo un animal de compañía?

A LOS niños de todas partes del mundo les gustan los animales de compañía. ¡Y cuánta variedad hay para escoger! Por ejemplo, Tabitha, de trece años, tiene un conejillo de Indias. Naomi, de cinco, tiene un ratoncito blanco. Y la actual delicia de Bobby-John, de quince años, es una cangurita. “Tiene su propia cesta y se acurruca en ella como si estuviese en la bolsa de su madre —explica Bobby-John—. No le gusta que la tomen mucho en brazos, pero ¡es tan bonita!”

También a muchos adultos les encantan los animales. Y desde tiempos remotos se han domesticado animales para el disfrute del hombre. Por ejemplo, los egipcios domesticaban gatos y mandriles. Se sabe de un emperador romano que tenía un animal de compañía poco corriente: un león llamado Scimitar. Tan encantado estaba con el animal, que le dejaba sentarse con él a la mesa y dormir por la noche a los pies de su cama. Los romanos también adiestraban perros y monos. Una forma popular de recreación era contemplar monos cabalgando sobre perros o conduciendo carros.

Cuando los padres dan la preparación y guía adecuadas a los niños, estos pueden aprender a cuidar bien de sus animales de compañía. Se les puede dar la responsabilidad de alimentarlos y de ocuparse de ellos. Además, los animales de compañía pueden ser una fuente de instrucción para los niños. The New Encyclopædia Britannica dice que “tener animales de compañía ofrece la oportunidad de enseñar a los niños que los privilegios conllevan responsabilidad, y de explicarles también cuestiones relacionadas con el sexo: el proceso del apareamiento, los períodos de gestación y los diversos problemas relacionados con el parto y el cuidado de las crías”.

Algunos padres se han valido de los animales de compañía para enseñar a sus hijos el punto de vista correcto hacia todo lo que tiene vida. Por ejemplo, que nunca se debe ser cruel ni hacer sufrir a un animal, y que nunca debe permitirse que pase hambre o que esté sucio. Los animales de compañía también pueden servir de ejemplo para enseñar a los hijos la sabiduría y la magistral habilidad del Creador de los animales, quien hizo a cada uno de ellos “según su género”. (Génesis 1:24.)

No obstante, los niños suelen cansarse de sus responsabilidades y a veces hasta las olvidan. Es demasiado frecuente observar que el entusiasmo de un jovencito por un animal de compañía desaparece en poco tiempo. Lo que esta semana le interesa, fácilmente puede aburrirle la siguiente. Así que, padres, si están pensando en conceder a su hijo la responsabilidad de tener un animal de compañía, recuerden que es en ustedes, los adultos, en quienes recae la responsabilidad final.

Se necesita una higiene adecuada

Una buena higiene es importante para los animales, pero es igualmente importante —si no más— para sus hijos. Las jaulas y casetas deben mantenerse limpias, y algunos animales necesitan que se les bañe y cepille con regularidad. Merece consideración asimismo el grado de contacto físico que los humanos han de tener con los animales. Recuerde que a muchos animales la lengua les sirve de esponja de baño, y que la usan para todas las partes del cuerpo. Además, aunque ellos están preparados para combatir los gérmenes que ingieren, los niños no. No inste a su hijo a besar a un animal.

Además, los animales han de tener su propio plato para comer, y no se les debe permitir que laman los que utilizan las personas. Esta es una cuestión bastante seria, pues tanto los mamíferos como las aves pueden transmitir muchas enfermedades a las personas si no se toman las debidas precauciones. Además, muchos animales muerden o pican. Es cierto que algunas de las dolencias que transmiten los animales son bastante benignas y a menudo pueden pasar inadvertidas o atribuirse a una causa distinta, pero también es cierto que algunas enfermedades respiratorias y erupciones cutáneas son transmitidas por los animales de compañía. Otras enfermedades son mucho más serias, y hasta pueden ser mortales. La revista U.S.News & World Report dice que “todos los años unas 3.300 mujeres embarazadas contraen toxoplasmosis por contagio de gatos domésticos, lo que resulta en un 15% de muertes del feto”.

Enseñe a sus hijos que los animales no son personas

Cuando el afecto que los niños sienten hacia su animal de compañía va creciendo, hay que ejercer cuidado para que no se extralimiten y empiecen a tratar al animal como si fuera una persona o como si tuviera cualidades o inteligencia humanas. En ese caso, sufrirán un trauma innecesario cuando el animal envejezca y muera o pierda la vida en un accidente.

Por supuesto, no solo los niños deben tener esto presente. Algunos adultos también han de tener cuidado a este respecto. Hay quienes acarician y tratan a su animal de compañía como si fuese un bebé o un niño pequeño. Y los niños enseguida imitan lo que han observado hacer a algunos adultos cuando prodigan afecto a sus animales de compañía.

De modo que tenemos que mantener un punto de vista equilibrado acerca de los animales de compañía y enseñárselo también a nuestros hijos. Ayúdeles a ver que los animales de compañía y toda la creación animada de Dios están aquí para el deleite y la utilidad del hombre. Pero debemos tener cuidado de nunca elevar a los animales por encima del papel que Dios quiso que tuvieran. Él no se propuso que los animales vivieran para siempre. El que la duración de su vida sea limitada no se debe al pecado de Adán y Eva ni a la consiguiente herencia de pecado y muerte, como es el caso de los humanos. (Romanos 5:12; 2 Pedro 2:12.)

Cuando se mantiene a los animales de compañía en su debido lugar, constituyen una bonita dádiva de Dios para el disfrute del ser humano. Y no solo para los niños. La compañía de animales cariñosos ha beneficiado a muchas personas que viven solas, están enfermas o son de edad avanzada, y además les ha proporcionado momentos de deleite. “Los investigadores dicen que en algunas situaciones los animales de compañía pueden mejorar la función cardíaca de sus dueños, acelerar la recuperación tras un ataque al corazón, mitigar la ansiedad y reducir la presión arterial”, comenta la publicación AARP News Bulletin.

¿Optará usted por tener un animal de compañía?

¿Qué hará si su hijo le pide un animal de compañía? Es usted quien debe decidir, tomando en cuenta todos los pros y los contras. Tendrá que pesar cuidadosamente una serie de factores, como la zona donde viven, el gasto de atender y alimentar bien al animal, la edad de su hijo y el tiempo que requerirá supervisar el cuidado apropiado del animal.

Pero si decide que a su hijo le vendría bien tener un animal de compañía, recuerde los consejos aquí dados. Una vez tengan el animal en casa, que todos los miembros de la familia disfruten de él a plenitud. Cuídenlo bien y enseñen a los niños a hacer lo mismo. Si los animales de compañía se mantienen en su lugar, no solo serán compañeros útiles y divertidos, sino que también constituirán una hermosa prueba de la interesante variedad que caracteriza la infinita iniciativa de un Creador complaciente.



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