feedburner
Enter your email address:

Delivered by FeedBurner

feedburner count
Image and video hosting by TinyPic

Monedero Electrónico, tu posibilidad en el mundo



Image and video hosting by TinyPic

Share-Chat

Image and video hosting by TinyPic

Enlazanos!!

Check The Music!!


Music

Video-Tube



Contacto

Recent Comments

Image and video hosting by TinyPic

Nathaniel [Historia] Autor: Priscila

Etiquetas:

NATHANIEL.

Nathaniel abrió los ojos en la oscuridad.
Intentó respirar, pero cada bocanada de aire le parecía agónica ¿Dónde estaba? El sitio era muy pequeño y hacía muchísimo calor. Subió las manos hasta el techo del sitio donde se encontraba y extendió los brazos lo máximo posible.
Nada.
La tapa de esa cosa no se movía. Volvió a intentarlo y esta vez oyó como si madera y madera rozaran. Volvió a empujar una y otra vez desplazando la pesadísima tapa de madera centímetro a centímetro. Paró a descansar un momento, por lo menos ahora entraba una tenue luz por un resquicio, se limpió el sudor de la frente y miró su mano pues le había parecido que su sudor era demasiado espeso. Aguzó la vista en la prenumbra y distinguió...sangre.
Volvió a palparse la frente y las sienes. Más sangre, pero no estaba herido y desde la tapa no caía nada, entonces...
El pánico se adueñó de él entre gemidos convulsos y quejidos de pánico ejerció sobre la tapa una fuerza salvaje que desconocía tener haciéndola casi saltar por los aires.
Salió de allí de un salto, pegándose a la pared más cercana y miró si antigua prisión.
¡UN ATAÚD!
Nathaniel gritó de terror y se encogió en posición fetal en la esquina...del mausoleo. Se tapó los ojos con las manos, comenzando a balancearse adelante y atrás.
No sabía como habiía llegado allí ni como iba a salir. Comenzó
a llorar, pero no limpió sus lagrimas las dejó fluir por su cuerpo y su rostro hasta el suelo, dejó fluir su miedo.
Al rato se levantó, con las ideas más claras. Comenzó a buscar algo dentro del mausoleo que pudiera usar a modo de espejo. No sabía si esa sangre, no era suya y la que tenía en la pechera y en los puños de su levita tampoco. Tenía que reconocer la magnitud de su posible herida.
Durante su vida mortal había sido médico esto le sería de gran ayuda. Pero no adelantemos acontecimientos, Natahaniel desconoce su condición de criatura inmortal...al menos por ahora.
Encontró una inscripción que rezaba el nombre y el linaje de la familia enterrada en ese mausoleo, estaba grabada en una placa de plata bruñida, así que se acercó lentamente hasta que su reflejo se hizo visible en esta.
Escalofríos de terror e incredulidad le recorrieron sembrando la semilla de la incertidumbre,sobre todo lo que creía conocer de este mundo, en su cuerpo.
Su rostro pálido como la luz de la luna, surcado por dos regueros rojos carmesí. Donde debería haber surcos de lágrimas, había surcos de sangre. En su frente pudo apreciar pequeñas gotitas de esta resecas y siguiendo el rastro que nacía en sus ojos se dio cuenta de que las manchas en su ropa se encontraban donde las sangrientas lágrimas habían caído.
Intentó tranquilizar su pulso y levantó sus manos las manos hasta sus ojos. Eran tan blancas como el resto de su cuerpo, pero había otra difrencia. Sus uñas las cuales nunca había llevado largas, ahora tenían un largo intermedio y parecían hechas de cristal.
Nathaniel se giró hacia todas partes y cayó en la cuenta de un jarrón con rosas en agua que había al lado de una de las lápidas. Se acercó a cogerlo y con el contenido de este lavó lo mejor que pudo su rostro y su piel.
Se dio cuenta de que por más que frotara aquella blancura nueva suya no desaparecía, con un suspiro se resignó, no sin antes pegar una fuerte patada a una de las lápidas más cercanas, la cual se rompió en mil pedazos.
Nathaniel la contempló estupefacto, se agachó y recogió uno de los pedazos de mármol para examinarlo, parecía normal, pero al apretarlo lo que a él le parecio muy poco se rompió entre sus dedos.
Comenzó a buscar una salida, no iba a quedarse toda la vida en ese sitio. Recorrió la habitación hasta el ataud del que había salido, la salida no podía estar muy lejos. En ese mausoleo no cabían más de dos personas y dudaba que un hombre solo pudiera haberlo cargado durante mucho tiempo.
No estaba gordo, pero era un hombre corpulento y medía más de un metro noventa.
Llegó hasta donde había estado encerrado y contempló el ataúd.
Hoja de acero y doble capa de madera de roble.
Estaba especialmente diseñado para que los cuerpos en su interior tardaran más en descomponerse.
Nathaniel no tenía ni idea de como había conseguido moverla. El pánico nos ayuda a llevar a cabo acciones de las cuales no seríamos capaces, le dijo su mente racional.
-Por Dios en qué estoy pensando...-Se llevó una mano a la boca y mordio su puño, soltándolo inmediatamente-¡Ay!- observó su puño dolorido y sangrante-Dios ¿Qué es esto?-observó las dos profundas incisiones en su carne. Luego llevó un dedo hasta sus dientes y los tocó.
Pinchaba.
No lo comprendía, se dio por vencido. Comenzó a palpar las paredes buscando una salida.
La encontró, y hundió las uñas en las rendijas tirando hacia afuera. La puerta cedió poco a poco, revelando el ambiente nocturno de el exterior. La fresca brisa acariciaba su sudada piel revitalizándolo.
Se cruzó de brazos y miró hacia la luna.
-¿Y qué hago ahora?-miró a su alrededor en busca de algo que se le hiciera familiar...Nada.-Por todos los santos ni siquiera conozco este sitio.
Nathaniel se pusó en camino para intentar salir de el cementerio, la luna llena iluminaba las numerosas lápidas delineando los nombres de las personas que yacían bajo ellas. Deslizó las yemas de sus dedos a lo largo de las inscripciones y se deo cuenta de que al contacto con el helado mármol la temperatura de su piel no se alteraba, estaba tan frío como él.
-¿Qué me está pasando?-
Nathaniel siguió andando hasta llegar a las altísimas rejas de hierro que cerraban en cementerio.
Solo tenía un pensamiento en mente, salir de allí. Asió los gruesos barrotes y comenzó a escalar, le resultó mucho más fácil de lo que esperaba, en pocos segundos se encontraba al otro lado.
O O O
Vagó la mayor parte de la noche. A cada paso, a cada hora una sensación extraña iba abriéndose paso por sus entrañas, una sensación que no había sentido nunca antes.
Le quemaba.
Sentía como si cada vena, cada capilar de su cuerpo clamaran al unísono por algo que saciara o clamara su dolor. Quería que aquella tortura cesara, pero por más que intentaba desterrar de su mente el dolor, por más que sus manos como garras arañaban las piel de su vientre como si quisieran arrancar el dolor, el dolor seguía allí. Extendiendo llamas candentes por su cuerpo.
Sed...
Eso era, sed. Necesitaba calmarla. Encaminó sus pasos antes errantes hacía el centro de la ciudad, necesitaba encontrar una taberna donde poder tomar algo.
Sus pies le condujeron hasta el umbral de una paupérrima taberna que hedía a alcohol, decadencia y muerte, pero todo eso no le importaba. La Sed nublaba su vista y sus sentidos, la Sed llamaba.
Entró sintiendo como todas las miradas se fijaban en él. Supuso que se debía a su aspecto, no sería raro, no todos los días un joven noble entra en un taberna de mala muerte y mucho menos aún un joven noble alto, apuesto y cubierto de sangre.
Nathaniel se sentó pesadamente en una silla dleante de la barra y se apartó del rostro un largo mechón de su pelo negro y ondulado. Abrió sus resecos labios para dirigirse a la tabernera.
-¡Vos! Traedme algo para calmar mi sed mujer.
La tabernera se dio la vuelta para mirarlo y se paró en seco, Nathaniel sintió como los ojos de ella lo sometían a un cuidadoso escrutinio.
La joven observó sus cabellos negros como noche sin luna, que caían desordenadamente sobre sus amplios hombros cubiertos por una camisa bordada con pechera..
Siguió la línea de la fuerte mandíbula de él hasta que encontró sus ojos...se hundió en el mar de hielo de los ojos de Nathaniel, suspiro visiblemente fascinada por la belleza de el. Sentia como si un oscuro hechizo la hubiera atado a ese hombre misterioso.
De la nada una enorme mano aparecio desde atrás cogiendo a la joven por el cabello, rompiendo el hechizo.
-¡Dresde!¡Por que no estas trabajando?! Venga buena para nada.
El hombre qu le estaba gritando era rudo y vulgar.
El vientre abultado que sobresalia de su manchada camisa rebelaba sus malas costumbres. Sus enormes y asperas manos se enredaban en el pelo de la muchacha.
La chica hizo un visible esfuerzo por contener la lagriams que amenazaban con empañar sus ojos de color miel. Cogio una botella de una de las polvorientas estanterias y escancio escancio su contenido en un sucio vaso tendiendoselo a Nathaniel con manos temblorosas.
-Gracias- mascullo mientras miraba a la chica.
Era un muchacha muy bella, casi una mujer. Sus suaves curvas se apenas adivinaban bajo sus holgadas prendas, pero su rostro era muy fino y sus facciones totalmente armonicas.tenia unos bonitos y almendrados ojos de color miel y su piel marfileña contrastaba con su cabello del color de las brasas candentes.
La muchacha consciente de la mirada de el se dio la vuelta turbada, el tabernero que observaba la escena desde la esquiña no fue capaz de contener su mal genio por ams tiempo.
-Pero bueno- bramo mientras se acercaba a ellos- que demonios te pasa hoy bruja del demonio- la tomo por una muñeca y comenzo a retorcersela – y vos- dijo señakando a Nathaniel- si estais aquí sin beber nada y distrayendo a mis mujeres ya podeis largaros bueno para nada, holgazan.
-Bueno, creo que el holgazan no soy yo justamente- dijo Nathaniel sonroendole amenazante y poniendose en pie.
Algo se descompuso en la cara del tabernero. Comenzo a retroceder, poniendose livido de repente.. boqueo como queriendo hablar, pero de sus temblorosos labios solo salian gemidos insulsos.
-Mons..mons..
Nathaniel lo miraba sin comprender ¿Por que lo miraba asi? Solo le habia sonreido...sonreido.
Recordo los misteriosos colmillos en que se habian trasnformado sus dientes.
Cerro la boca apresuradamente, pero el daño ya estaba hecho.
-¡MONSTRUO!- grito el tabernero mientras lo señalaba y retrocedia tropezando con los clientes a su paso.
La joven clavó sus ojos color miel en el. Nathaniel le sostuvo la mirada sereno y vio comprensión en los ojos de ella.
Dresde salió de detras de la barra y se acercó al tabernero para intentar tranquilizarlo, llevó sus delicadas manos a sus grasientos hombros y le habló bajo, como las madres hablan a sus hijos cuando quieren convencerlos de que sus peores pesadillas no son reales, pero él la miró con ojos desencajados y alargó una de sus enormes y temblorosas manos hasta la mejilla de ella dándole un fuerte bofetada.
-¡Bruja! Tú estás confabulada con él, ambos hijos de Satanás, abandonad este lugar de Dios u os echaremos- dijo viéndose secundado por dos corpulentos hombres que se acercaron amenazantes a Nathaniel.
Dresde desde el suelo miraba al hombre con una expresión indescifrable que el tabernero intepretó a su gusto.
-No lo niega la meretriz de Mefistófeles ¡con hachas y antorchas a por ellos!
Dresde parecía vérselo venir, porque en el transcurso de la perorata del tabernero se había puesto en pie lo más dignamente posible, se había acercado muy despacio a Nathaniel y le había susurrado.
-Si no nos largamos de aquí nos mataran, prepárate.
Los hombres del tabernero se acercaron a ellos cerrando cada vez más el círculo, blandiendo las antorchas ante ellos amenazantemente. Entonces Dresde comenzó a improvisar, señalando al tabernero lo miró conlos ojos entornados y alargó un dedo como una garra hacia él.
-¡Tú! Que todo el odio de mi maestro Satanás caiga sobre ti...- y comenzó a describir todas las cosas horribles que iban a pasarle, luego comenzó a hacer lo propio con otro hombre. Intentaba asustarlos, ganar tiempo, pero Nathaniel sabía que eso no iba a distraerlos mucho. Había algunos que o estaban demasiados borrachos como para que amenazas de demonios saliendoles por orificios corporales extraños les asustaran, o eran mínimamente inteligentes y se habían dado cuenta de que ella no sabía ni de lo que hablaba.
Él decidio entrar en acción, ella no iba a sacarlos de allí. Avanzo unas cuantos pasos situándose delante de ella y adoptando una postura depredadora los miró a todos uno por uno. La mayoría retrocedieron.
Nathaniel retrocedió poco a poco hasta quedar a la altura del candelabro que había en la entrada de la taberna, y entonces hizo lo único que se le vino a la mente.
Dio un tremendo rugido y le enseñó sus colmillos ferozmente.
No falló, se escucharon varias exclamaciones ahogadas y TODOS retrocedieron. Aprovecho la confusión y tiró el candelabro al suelo apagandolo, amparándolos a él y a Dresde en la penumbra, entonces la cogió por la mano y salió corriendo de allí junto con ella.
Los hombres del tabernero se lo pensaron muy poco antes de salir tras de ellos. Los persiguieron por más de media ciudad y de paso iban llamando a las puertas vecinas, dando dscripciones de Nathaniel y Dresde, incitando a la pobalción a unirse a la caza.
Ellos por su parte seguían corriendo, cada vez que creían que podrían encontrar refugio bajo un puente o en algún callejón escuchaban más cerca de lo que hubieran querido los airados gritos de la multitud que los seguía.
Dresde estaba agotada. Su larga melenea pelirroja se pegaba a su sudado rostro.
Natnaniel la observó detenidamente, no podría aguantar mucho más la persecución.
En cambio él...no sentía agotamiento alguno. Si bien tuvo que secar apresuradamente las acusadoras gotas de sangriento sudor que caían por su frente, no quería asustar a Dresde, aunque no sabía por que pensaba que ella no se asustaría tan facilmente.
Volvieron a oir a la muchedumbre y sus gritos eran secundados por ladridos.
-Condenados...-mascullí Nathaniel echando una ojeada desde los arcos del puente bajo el que se encontraban. Dresde después de echar un vistazo se dejó caer contra la pared y cerró los ojos, aún haciendo un esfuerzo por calmar su respiración.
-Si sigues conmigo van a encontrate. Tienes que irte- Nathaniel la miró con incomprensión y abrió la boca como para argumentar, pero ella lo calló.- esos perros, es por ellos por lo que nos siguen el rastro todo el rato.
-Pues quizás deberíamos meternos en un río, no podrán seguir nuestro olor en el agua.
Dresde esbozó una torcida sonrisa y con cierto esfuerzo se acercó hasta quedar frente a él.
-¿ No lo entiendes verdad? Esos perros siguen mi olor, solo el mío. Tú no hueles.
Nathaniel arrugó el entrecejo.
-¿Qué dices mujer? Claro que huelo, además eso no es descartable más que nada por mi estado. No hay más que mirarme.
-¿A sí?- Dresde se acercó mucho a él hasta estar segura de que podía olerla. Nathaniel percibió su olor, olía a almizcle, pero había algo de agrio en ella.
Y ahora, intenta olerte si puedes.
Nathaniel levantó sus brazos y aunque pasó su piel una y otra vez delante de su nariz...no percibió nada.
La miró estupefacto, ella le devolvió una cansada sonrisa que venía a ser algo así como “Te lo dije”.
Con toda la discusión se habían distraído por un momento y no se percataron de lo peligrosamente cerca que tenían a los que les persiguían hasta que los tuvieron encima de ellos, cruzando el puente y con los sabuesos totalmente alertas al rastro de Dresde.
-Vete, por lo menos uno de nosotros tiene una oportunidad- dijo ella en un susurro mientras se apartaba de él.
Nathaniel no quería dejarla ir. Era la primera persona que no lo miraba completamente extrañada ante los cambios que su cuerpo había experimentado. Era la primera y unica persona que se había interesado sinceramente por él.
Negó con la cabeza.
-No Dresde, estamos juntos en esto. O los dos, o ninguno.- ella pareció complacida al escucharlo pronunciar su nombre.
-Vaya, no sabía que conocieras mi nombre, yo no sé el tuyo.-dijo con una coqueta y cansada sonrisa que él le devolvió.
-Bueno es ese que el tabernero acompañó de tantos epítetos desagradables. Yo me llam...
Su júbilo fue interrumpido por un grito de alerta.
Los habían encontrado, sus perseguidores se acercaban a ellos a gran velocidad y solo había una salida de allí, pero era demasiado alta como para que Dresde trepara por ella y Nathaniel calculó que a él mismo le traería unas cuantas dificultades.
Cada vez estaban más cerca los perros se quedaron a los pies de Dresde gruñéndole, ella retrocedió con un grito de miedo. Nahtaniel se acercó hasta ella y dio tal patada a uno de los animales que sintió sus costillas crujir contra la puntera de su zapato y ambos vieron como el can caía muerto unos metros más allá Su compañero se alejó prudentemente de Nathaniel.
Las gente llegó hasta donde ellos y unos cuantos que llevaban picos se aproximaron a ellos con cautela.
-Por más fuerte que seas no podrás contra todos ellos. Vete¡VETE! Y vuelve algún día a por mí pero vete ¡YA!- Dresde lo instaba a irse y aunque un miedo liquido turbaba y humedecía sus ojos no la hacía parecer menos valiente.
Nathaniel se dio cuenta de que tenía razón, de que su heroísmo probablemente los mataría a los dos.
La cogió por los brazos y la miró a los ojos
-Dresde volveré a buscarte. Lo juro.
Luego se dio la vuelta y echó a correr hasta el saliente que había visto antes y que le conduciría a la salida. Una vez allí se dio la vuelta una vez más y contempló impotente como uns cuantos hombres ataban a la indefensa muchacha tirada en el suelo.
Ella pareció sentir su mirada, porque alzó sus ojos de miel hacia él, que entonces recordó la última pregunta de ella y clamó con voz atronadora.
-NATHANIEL, ME LLAMO NATHANIEL.
Luego con más facilidad de la que habia previsto trespo al saliente y salio al exterior, corriendo todo lo rapido posible, alejandose de alli sin saber que su nombre seria lo unico que Dresde diria y pensaria en los meses siguientes que pasaria en los apestosos calabozos de la Bastilla. Sin saber que seria lo unico que la mantendria con vida hasta que el volviera a por ella.
Nathaniel siguio dando vueltas por la ciudad, preguntandose de vez en cuando si alli no se hacia nunca de dia o que, pues le parecia llevar una eternidad en las tinieblas.
Mientras anadaba esa Sed que antes habia sentido volvio a acuciarlo, pero ademas se le unio un extraño sentimiento conforme el cielo apeanas clareaba.
Era como si una alarma dentro del su cuerpo le advirtiera que tenia que esconderse.
¿Pero esconderse de que?
No tenia ni idea, pero era una sensacion francamente desconcertante qie lo pinia en guardia frente a todo y todos.
Entonces percibiom algo. Era como una presencia. No, dos. Si, eran dos presencias vastisimas que llenaban toda su mente.
Era lo unico que sentia en ese momento contra lo que su cuerpo no se rebelaba, asi que decidio seguirlas, buscarlas. Aguzo al maximo ese sentido recien descubierto que lo llevaria hasta las presencias.
Tras andar lo que a el no le parecio mucho llego hasta un enorme portal compuesto por un altisimo arco de estilo Gotico. Se quedo mirandolo boquiabierto prgunatandose como el ser humano podia ser capaz de construir algo asi.
Casi se habia olvidado de que habia llegado alli busacndo algo, tan ensimismado estab ensus pensamientos, cuando el portal comenzo a abrirse.
Nathaniel retrocedio soreprendido y contemplo las dos figuars que salian del portal.
Las identifico inmediatamente con las presencias que andaba buscando, prom como era posible que personas normales...Nathaniel los observo mejor.
Eran una mujer y un hombre, ambos tenian el cabello rubio como el trigo veraniego y les caia por la espalda formando seductores bucles.
Ambos tenian una piel marmorea y tersa que a Nathaniel se le hacia familiar.
Lo que los hacia realmente irresistibles era su parecido. Parecian hermanos angelicales, ambos con redondeadas y delicadas facciones. Su unica diferencia radicaba en sus ojos. Verdes los de ella, marrones los de el.
Parecerian la estampa misma de la inocencia sino huibiera sido por que el lugar del que habia salido era un burdel...y por que sus labios de un apetitoso tono rosado enmarcaban unos afilados colmillos.
Nathaniel contuvo una exclamacion de sorpresa.
¡Eran como el!

es la primera vez que escribo sobre vampiros, pero los adoro. ojala les haya gustado, si fue asi haganmelo saber BESOOOS NeÏ

Priscila......




0 comentarios:

Publicar un comentario