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UNA canción que se hizo popular en los Estados Unidos en la década de los cincuenta preguntaba: “¿Cuánto cuesta el perrito del escaparate, el que menea la colita?”. Esas lindas bolitas de pelaje que corretean alegremente en las tiendas donde se venden animales domesticados enternecen el corazón. Las caritas amorosas y los ojos suplicantes inequívocamente dicen: “Por favor, lléveme consigo a su casa”. Las personas que se pasan mirando los escaparates hallan a los animalitos tan irresistibles que compran sin reflexionar “el que menea la colita”.

Además del “perrito del escaparate”, también hay variedades raras que los pequeñuelos llevan consigo a casa... razas que ni siquiera un experto puede identificar. El niño, con los ojos bien abiertos por lo entusiasmado que está, muestra la desamparada criaturita a sus padres y anuncia: “¡Miren lo que me siguió hasta casa! ¿Podemos quedarnos con él?”. Los padres, que no tienen el corazón para decir que no, permiten que el perrito llegue a ser parte de la familia.

Sin embargo, en muchos casos es triste lo que sucede después. Al cabo de uno o dos años se lleva al animal a otra parte del pueblo y se abandona... el amo se complace en pensar que otra familia de la zona lo adoptará. O quizás el amo eche al perrito del automóvil y lo deje a lo largo de un camino, para que llegue a ser parte del número cada vez creciente de animales abandonados que mueren de hambre.

Esos actos de crueldad e insensibilidad ocurren frecuentemente para el tiempo de las vacaciones, cuando la familia se va de la casa. De acuerdo con informes procedentes de Francia, 300.000 perros quedan abandonados por el país todos los años durante el mes de agosto. Se calcula que en Italia quedan abandonados un millón de perros cada vez que llega la temporada de vacaciones. El presidente de la Sociedad Italiana para la Protección de Animales dice: “Los italianos tienden a dar por sentado a sus animales favoritos. A menudo los consiguen solo para los niños, como un nuevo juguete, para mantenerlos alegres. Los padres no sienten nada para con los animales favoritos. Por eso, cuando llega la temporada de vacaciones, hay una buena oportunidad para deshacerse de los invitados molestos, puesto que los niños tienen la mente ocupada con las vacaciones”.

Ciertos amos creen que los animales favoritos que ellos desechan recibirán un buen hogar si los llevan al asilo de animales más cercano. El pensar así es hacerse de ilusiones, como lo demuestra el siguiente informe: “La Sociedad Humanitaria de los Estados Unidos (HSUS, siglas en inglés) se enteró, mediante una encuesta reciente, de que entre 15.000.000 y 17.000.000 de gatos y perros fueron llevados a los asilos de animales de la nación en 1973. De esa cifra, ¡se dio muerte a 13.500.000 animales, una asombrosa cantidad!”.

Las cifras que hay disponibles en Inglaterra muestran que se da muerte a 55 por 100 de los perros que se llevan a los asilos humanitarios de ese país; en Toronto la cifra es de 73 por 100, y en Nueva York, 83 por 100. Cierto experto comenta: “Los asilos privados y públicos, junto con los veterinarios, pasan más tiempo dando muerte a animales que protegiéndolos. Han llegado a ser comerciantes de muerte”.

Los perros y gatos se reproducen a un paso explosivo... entre dos y tres mil nacen cada hora en los Estados Unidos, según ciertos cálculos. La cifra podría ascender fácilmente a diez mil animales, si se incluye a los animales abandonados, afirman ciertas personas. Una solución sería el hacer que se castre al animal favorito. Pero hay quienes rechazan esta idea y dicen que quieren que sus hijos vean el milagro del nacimiento.

Los animales pagan un alto precio para que el niño reciba esa lección. “Quizás —dice la Sociedad Humanitaria de Atlanta— los niños deberían presenciar el otro aspecto también... lo terminante de la muerte en una perrera o asilo de animales porque simplemente no hay suficientes hogares para éstos. De seis perritos, en realidad solo uno consigue un hogar, y en el caso de los gatos la proporción es uno de cada doce.”

La población de animales favoritos está aumentando demasiado. Hay que controlarla. Se puede y se debe hacer, para el bien de las víctimas inocentes y desamparadas.