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¿ES USTED una persona que goza al visitar un jardín zoológico o parque de animales? ¿Y se deleita al ver animales que son de lugares distantes, y posiblemente sueña con el día en que podrá verlos en su habitat o morada natural? Si es así, lo invitamos a acompañarnos en un safari en el África Oriental y a compartir la excitante y peligrosa experiencia de cazar algunos de los animales que actualmente viven en los diversos parques zoológicos de todo el mundo.

Nos consideramos afortunados en poder acompañar a un cazador autorizado por el gobierno que, en esta ocasión, tiene un pedido comparativamente “pequeño” que llenar: 12 elefantes, 5 rinocerontes, 30 cebras, 15 gnúes, 27 jirafas y varios otros animales del llano. El viaje a esta región requerirá unos tres meses, de modo que, obviamente, se hacen muchos preparativos para asegurar su éxito.

Durante este tiempo estaremos viviendo a campo raso y, por lo tanto, necesitaremos adecuado equipo para acampar, además de suficientes provisiones de alimentos, equipo de cocina, equipos de primeros auxilios y, por supuesto, piezas de repuesto para nuestros “Land Rovers” y camiones. Entre estas se incluyen muelles, ejes y muchos neumáticos. También tenemos que asegurarnos de llevar la ropa adecuada: Los usuales trajes safari livianos (color kaki, para mezclarse con el medio), un suéter para las noches (que pueden ser frías hasta en África), y botas para protegernos los pies de las serpientes, hormigas y otros diversos dudus (insectos) que parecen deleitarse mucho en mordernos. También es necesario un sombrero adecuado para protegernos del abrasador sol africano.

Habiendo efectuado todos estos preparativos necesarios para nosotros y la cuadrilla, no debemos olvidarnos de los animales que esperamos atrapar. Tiene que haber a mano jaulas adecuadas para recibir los animales al ser atrapados, y, por supuesto, una vez atrapados, hay que proveerles alimento y agua.

Previo a la partida de nuestro safari, nuestro anfitrión habrá estado “localizando” la caza desde su avión liviano, de modo que tendremos una buena oportunidad de hallar los animales que queremos.

En viaje a la zona de caza

Nuestra partida de veinte consiste en mecánicos, los que darán de comer y cuidarán los animales, una cuadrilla de caza de ocho, y nosotros. Somos todo un espectáculo a medida que avanzamos con ruidoso golpeteo y constantes sacudidas sobre el terreno variado. Algunos de los caminos sobre los cuales viajamos son muy satisfactorios, pero otras veces la senda se parece más al lecho de un río seco que a un camino.

Es la estación de la sequía, y, como resultado, nuestra caravana levanta una enorme nube de polvo que se extiende a gran distancia detrás de nosotros. ¡Qué agradecidos estamos al final de cada día al poder lavarnos y eliminar el polvo que se nos acumula en los ojos, orejas y nariz! ¡Qué agradable, también, caminar alrededor de la fogata del campamento durante la noche o simplemente sentarse tranquilo después de haber recibido empellones y de rodar de acá para allá todo el día en nuestros vehículos!

Uno de los ruidos más comunes en las llanuras del África Oriental es un silbido sobrenatural. Para un extraño es un sonido pavoroso, pero nuestro anfitrión explica que lo causa el viento que sopla a través de vainas de semillas del árbol espinoso que han sido ahuecadas por los insectos. Esto, junto con el chirrido de los grillos y las langostas, además de la tos del leopardo y el gruñido del león, nos suministra recuerdos de nuestro viaje que son inolvidables.

Con el tiempo llegamos al lugar donde haremos un campamento semipermanente y en donde los animales serán encerrados al ser atrapados. Hay que acostumbrarlos gradualmente a los alimentos domésticos en preparación para sus nuevas moradas en los diversos jardines zoológicos lejos de su África nativa.

La caza

Cada día aumenta la vista y ruido de animales alrededor del campamento al llenarse gradualmente las jaulas con las presas atrapadas. Puesto que la verdadera caza de los animales puede ser muy peligrosa, no dejan que personas sin experiencia acompañen a los cazadores. Pero gozarán de oír las diversas experiencias y riesgos a medida que se relatan alrededor del campamento.

¿Puede imaginarse usted personalmente persiguiendo un rinoceronte, o un gnú alípedo, corriendo sobre terreno desconocido, virando, dando vueltas, esquivando los muchos arbustos y hormigueros (los que pueden significar un desastre si damos con ellos), tratando de arrojar el lazo alrededor del cuello de la presa? Una vez que el animal ha sido atrapado por el cuello, los cazadores tienen que atarle las patas y aflojar la cuerda del cuello. De otro modo puede causar daño, y hasta ceguera en algunos animales. ¿O qué le parece hacer la prueba de agarrar una cebra o una jirafa por la cola mientras se aleja corriendo?

Se efectúa una cuidadosa selección de los animales que han de ser atrapados, para estar seguros de que no sean ni demasiado viejos ni demasiado jóvenes. Los jóvenes requieren demasiado cuidado, y un animal viejo nunca se adapta a la vida y dieta nuevas. De modo que vamos tras los animales medio desarrollados. Las opiniones difieren en cuanto a la “caza” más peligrosa. Algunos consideran que el rinoceronte es el peor; otros, el elefante, y la mayoría estará de acuerdo con que el búfalo es un formidable adversario... traicionero, de acciones imposibles de predecir. Según la opinión de nuestro anfitrión el elefante es el más peligroso, ya que el atraparlo hace necesario separar nuestra selección de la manada... asignación muy difícil puesto que los jóvenes son vigilados muy cuidadosamente por muchas “tías,” así como por sus madres.

Llega el día en que nuestro pedido está completo y podemos empezar nuestro viaje de regreso. Para la mayoría de las personas sin experiencia esto parecería ser el fin de la historia. Pero para los animales es solo el principio.